Dos formas contrapuestas de ser y de entender la vida que conducen a cada individuo a tomar decisiones que acaban por definirle como persona, ya sea en el ámbito particular, profesional o en su vida en general. Ayer Mourinho quedaba retratado. El entrenador blanco no quiere entender que el fin no siempre justifica los medios. Hubo un tiempo en el que se exigía en el Bernabéu, además de títulos, buen juego. Esa época parece ya muy lejana. Y es que la afición blanca, o por lo menos parte de ella, hace gala de un conformismo exasperante como consecuencia de un sentimiento de inferioridad ante el Barcelona, que alienta el mismo Mourinho con sus planteamientos conservadores.
La noticia saltaba antes del partido con la alineación del portugués, un 4-3-3 engañoso, ya que la formación aparentemente ofensiva no era más que un muro de contención que comenzaba en el mediocampo con Pepe y Lass. Las verdaderas sorpresas sin embargo surgieron en la defensa. Carvalho volvía a jugar después de 4 meses, Altintop algo parecido, y Coentrao dejaba a Marcelo fuera del once. Es difícil de explicar porque tres jugadores que apenas han contado hasta ahora son titulares contra el mejor equipo del mundo. Los tres de arriba se pasaron el partido detrás de sombras, con esfuerzos físicos continuos en la presión y jugando de forma rápida e individual. Así fue como llegó el gol de Cristiano, pero nada más. El cansancio sufrido pasó factura a la hora de enlazar jugadas entre ellos y se erraron una multitud de pases. Se echó de menos a un enlace entre ellos, se echó de menos a Ozil.
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