Es lo que debió de pensar Mourinho al hacer la alineación contra el Athletic de Bilbao. Cansado y molesto por las críticas de la afición, de los periodistas y de sus propios jugadores, el portugués sacó un once ultraofensivo que le serviría como defensa y escudo ante cualquier resultado. Si el Madrid ganaba al Athletic, Mourinho demostraría que no es un entrenador defensivo, que sabe escuchar a sus jugadores y que siempre busca la victoria. Ahora bien, si el Madrid hubiera perdido, el portugués se habría cargado de razón por sus planteamientos defensivos y demostrado a sus jugadores que solamente se puede ganar de una manera, la suya. Pasara lo que pasara, Mourinho ganaba.
Al once volvieron Ozil y Marcelo, curiosamente los dos mejores jugadores del Madrid en el partido del domingo. El brasileño se calcó una jugada magnífica para empatar el gol anotado por Llorente, y Ozil cumplió su función de llevar y dirigir el ataque blanco. Las otras dos sorpresas fueron la vuelta de Kaká, que hizo un partido digno, y la de Granero. El Madrid pierde músculo con el pirata, pero gana criterio y salida de balón, lo que agradeció el público de Chamartín otorgando al canterano una gran ovación. Estas novedades se sumaron a las de Varane y Arbeloa. En total seis.¿Pruebas para el miércoles o rotaciones para dar descanso a jugadores que serán titulares?
Es impensable que Mourinho saque una alineación como la del fin de semana ante el Barcelona, aunque tampoco puede plantearse otro cerrojazo cuando los blancos deben ganar para pasar la eliminatoria. La solución salomónica consistirá en poner el autobús de nuevo, pero ésta vez con jugadores mas técnicos. Cambiar a obreros por finos estilistas con trajes de obrero. Más de lo mismo. Mejor sería poner a obreros haciendo de obreros, estilistas en trajes de estilistas, y todos con orden de jugar al fútbol. Te podrán meter cinco o diez, pero reconoceríamos al Real Madrid. Con todo, los jugadores pasaron el partido trampa de Mourinho contra el Athletic, ahora le toca a él afrontar el suyo
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