Este fin de semana ha habido mucho ruido, y no ha procedido de Madrid ni de Barcelona, aunque parezca increíble. Los gritos de ira procedían de la Coruña, las lágrimas de Almería, los lamentos de Zaragoza y Alicante, y la alegría de Santander, Málaga y sobretodo de Pamplona. Hoy en día más de media España es incapaz de dormir por el miedo al infierno, al infierno de la segunda división, y dicho miedo se prolongará toda esta semana. Con el Almería ya sentenciado y el Hércules con un pie y medio en la categoría de plata, diez son los equipos pelean por evitar el último billete de ida al abismo.
Los rumores sobre amaños, pactos, arbitrajes y maletines, volverán a aparecer como todos los años debido a lo sencillo que resulta culpar a los demás en vez de analizar los propios errores. Si el Deportivo desciende será por el arbitraje del Molinón y no por el sistema conservador y la cabezonería de Lotina al no contar apenas con Valerón. Si el Osasuna baja será por un amaño entre dos rivales y si es el Zaragoza se culpará a los maletines procedentes de Getafe, por decir un club.
Y la última excusa mas recurrida es la de criticar las alineaciones de los equipos rivales. Si un equipo que no se juega nada salta con once suplentes o chavales de la cantera, el partido es un amaño, al igual que si no disputan con fuerza el esférico o buscan simplemente un empate que les otorgue la permanencia. A final de temporada, los guiones siempre son los mismos y se repiten sin cesar, pero lo jodido es que nosotros nos lo creemos.
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