“Educación y respeto, o a la calle”. Ese debería ser el ultimátum que el señor Florentino tendría que dirigirle al técnico blanco. Mourinho continúa atacando a diestro y siniestro, tanto a entrenadores y a clubes, y en este caso le ha tocado al Málaga y al señor Pellegrini. Los títulos y la gran experiencia del portugués no pueden ni deben ser excusa para que valga todo. La imagen de Mourinho en España está ya por los suelos, y como consecuencia también la del Real Madrid, la de los jugadores blancos, y la de la propia afición.
Los datos están ahí, y el récord de puntos del Real Madrid en Liga se consiguió el año pasado con Pellegrini, aunque también es verdad que quedó eliminado en la primera ronda de la Copa y en octavos de final de la Champions. Es justo que Mourinho recuerde lo negativo cuando alguien le reprocha los datos positivos del uruguayo. Lo que no es justo, ni educado, y ni mucho menos propio de un entrenador blanco, es menospreciar públicamente a un equipo rival y a su entrenador alegando que a él le lloverían ofertas de equipos importantes y que podría elegir el club al que marcharse. Lástima que desde la planta noble de Chamartín no vuele la idea de poner a semejante personaje en dicha tesitura.
Y quiero romper una lanza a favor de Pellegrini. Buen entrenador y mejor persona que fue víctima de una lapidación pública y continuada por parte de un “periódico” y de su director, el cuál dice ser periodista. El uruguayo tuvo sus momentos de dudas en el banquillo blanco como es normal en todos los equipos durante su primer año, pero Florentino le cortó las alas desoyendo los consejos de Valdano. No tengo dudas de que Pellegrini hubiese triunfado en el Madrid con tiempo y paciencia como hizo en el Villarreal. Ahora el ingeniero vuelve al Bernabéu como rival y con un Málaga deseoso de hincar el diente a los merengues, todo ello gracias a Mourinho. Mou habla, y las consecuencias las sufren los jugadores en el campo.
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